Todos los trágicos desiertos (Ediciones Letra en llamas, 2010)
de Miguel Ildefonso (Lima - Perú, 1970)
Hay en Todos los trágicos desiertos un desmoronamiento del hombre que vuelca su alma a la ciudad en escombros. El poeta enhebra su canto alrededor de ratas y ladridos, oscuridad de mitos y belleza marginal, se comunica en sugerencias, en mística de víboras y balas perdidas. Es su voz un enfrentamiento con su condición aún por configurarse en identidad, es el ser que vive el exilio del desierto intentando una especie de purificación descuartizadora, un devenir hacia lo funesto mientras se intenta aprehender la magia de lo perenne y lo absoluto entre la frustración de estar herido por la espalda como Billy The Kid o ir al encuentro de la piel y su fugacidad, para prontamente lapidarla en el recuerdo, en la nostalgia, en la desnudez de las palabras que exhuman cadáveres y sombras. Es por eso que el discurso en este poemario se esfuerza por lograr una identificación partiendo del otro. Primero desde una descripción que prefigura el dolor y la barbarie, para luego tomar todo eso y hacerlo nuestro hasta desvanecernos allí y ser uno. El espacio y las fronteras del mismo son piezas claves para marcar la metáfora de la tragedia y la amputación de lo deseado. La vida del migrante no solo es la obligada travesía hacia una incertidumbre con olor a pólvora y sangre, es la materialización de la condición humana sitiada por la modernidad y su incoherencia entre lo estéril, lo vacuo que van cobrando relevancia y ánimo a lo largo del libro para luego dejarse vencer por el abatimiento que madurará en abandono, soledad, muerte y olvido. (Paolo Astorga)
de Miguel Ildefonso (Lima - Perú, 1970)
Hay en Todos los trágicos desiertos un desmoronamiento del hombre que vuelca su alma a la ciudad en escombros. El poeta enhebra su canto alrededor de ratas y ladridos, oscuridad de mitos y belleza marginal, se comunica en sugerencias, en mística de víboras y balas perdidas. Es su voz un enfrentamiento con su condición aún por configurarse en identidad, es el ser que vive el exilio del desierto intentando una especie de purificación descuartizadora, un devenir hacia lo funesto mientras se intenta aprehender la magia de lo perenne y lo absoluto entre la frustración de estar herido por la espalda como Billy The Kid o ir al encuentro de la piel y su fugacidad, para prontamente lapidarla en el recuerdo, en la nostalgia, en la desnudez de las palabras que exhuman cadáveres y sombras. Es por eso que el discurso en este poemario se esfuerza por lograr una identificación partiendo del otro. Primero desde una descripción que prefigura el dolor y la barbarie, para luego tomar todo eso y hacerlo nuestro hasta desvanecernos allí y ser uno. El espacio y las fronteras del mismo son piezas claves para marcar la metáfora de la tragedia y la amputación de lo deseado. La vida del migrante no solo es la obligada travesía hacia una incertidumbre con olor a pólvora y sangre, es la materialización de la condición humana sitiada por la modernidad y su incoherencia entre lo estéril, lo vacuo que van cobrando relevancia y ánimo a lo largo del libro para luego dejarse vencer por el abatimiento que madurará en abandono, soledad, muerte y olvido. (Paolo Astorga)
consuelo / sin suelo
huir en los bagazos/ herido por la espalda/ al desierto va por lana/ mojado va por su chiquilla mojada/ herido en los tuétanos vacíos/ parido en una red eléctrica/ por zanjas en llamas/ remangándose el corazón/ estrellas mojarrines/ va diciendo/ encaramándose/ va jalando por el viento/ retostándose con cactus/ la tatema que lo raya como serpiente hambrienta/ vinites por lana/ saldrás por la tiznada/ posticites como el mismo desierto celador/ una chucha o cuchillo en tu espalda/ el desmerequetengue del desierto/ es cierto/ entonces son estos muertos que bailan la tandaraleola del sol funerario/ es el amor sin permiso/ un pobre huacho del cielo a quien le cae la calaca/ mi chiquilla no me cures/ el amor es como la lepra/ dijo el desierto/ tengo quirme mi vida/ otro desierto me espera sin gringuía/ huido del sol/ pero otro sol apelmazado en sus puntadas lo llama/ una luna todoparidora desaparrada que cuida de estas almas tatemadas/ encenizados países del sur/ de la chingada/ se va por las tolvaderas escenificadas en el espectáculo nimbado de la frontera
EL VAHO TIBIO QUE EXHALA EL CUERPO ENAMORADO POSEE LA CORRIENTE DE AQUELLA SANGRE QUE POSEE OTRO CUERPO ENAMORADO
vivía en Yandehl a eso de las 10 y 15 de la mañana - escribía un poema encerrado en un cuarto - en el segundo piso tenía una ventana por donde veía Juárez - las colonias a las afueras del mundo - pero decía que escribía un poema - un poema que caminaba por Randolph hacia la avenida Oregon - recolectando latas vacías alacranes secos - esos días pasaron por la ventana rota - el olvido era un dios muerto dibujado en la cara triste de la frontera - allí solo pasaban carros de más de quince mil dólares - arrugados carros como los bostezos - cada amanecer sin embargo era otro silencio - algo tenían aquellas casas desparramadas en el desierto - algo como la voluntad de no estar allí por mucho tiempo - tomaba un poco de agua algo así como una ilusión se resistía a morir - y venía cuando quería callada como un sueño - tan delicada que a veces una molécula suya se partía en dos cuando la deseaba - entonces respiraba hondo las hojas el viento el sol - lo que no veía un 25-02-01
Upson st.
yo veía el mismo horizonte todos los días
dejaba mi cuerpo caminar a su sepulcro
me quedaba mirando todo lo que hacía el sol en esa parte del mundo
tan sólo siluetas de los tallos secos
sabía que las palabras estaban hechas de desiertos
entré a ese bar pobre de El Paso - gringos y mexicanos fumando bebiendo Triple X Tecate alrededor de las mesas de billar - una puta anciana bebe sin inquietarse sentada en la barra - ¿cómo se llama este bar? le pregunto al barman - un chicano con sombrero de vaquero un corte en la mejilla - “no tiene nombre” me dice - escuchaba un rock de los setenta - la luna pasaba entre las nubes y los edificios - lo sentía ella se había quedado en mi mente - aferrada como la luz de una explosión o los faros de un carro en la carretera - el oscuro camino a la muerte - bebí mi cerveza y empecé a jugar billar - la luz arriba tenía bichos muertos en su cuerpo - la luz tenía un cuerpo - yo tenía 29 años cuando entré a orinar - las paredes con neón - un corazón reventado declaraba su amor - el crepúsculo era un viejo graffiti - perdí el juego de billas - la anciana puta mostró un diente de plata - la canción ahora era para bailar
1 comentario:
Pasé por este rincón buscando la letra de "Por" de Spinetta y me ha gustado este espacio que has desplazado aquí. Cómo te puedo seguir para no perder el blog?
un abrazo.
Cata
Publicar un comentario